viernes, 26 de enero de 2007

Acción simple y cocreta

Reproduzco algo que me ha llegado por e-mail:

Acción simple y concreta

El día 1 de febrero, de 19h55 hasta 20h, participad en la mas grande movilización de ciudadanos contra el cambio climático.

La Alianza por el Planeta (grupo de asociaciones medio-ambientales) lanza una llamada sencilla a todos los ciudadanos, 5 minutos de respiro por el planeta: todo el mundo apaga sus luces y lámparas y todo lo que esté conectado a la red eléctrica el día 1 de febrero de 19h55 a 20 horas.

No se trata de ahorrar 5 minutos de electricidad únicamente este dia, sino de llamar la atención de los ciudadanos, de los medios de comunicación y de los que dirigentes sobre el despilfarro de energía y la urgencia de pasar a la acción.

5 minutos de respiro por el planeta: no exige mucho tiempo, no cuesta nada, y demostrará que el cambio climático es un tema que tiene que pesar en todo debate político.

¿Por qué el día uno de febrero? Este día saldrá, en Paris, el nuevo informe del grupo de expertos climáticos de las naciones Unidas. Este acontecimiento tendrá lugar en Francia (en Europa) y no hay que dejar pasar la ocasión de apuntar los proyectiles sobre la urgencia de la situación climática mundial.

Haz circular al máximo esta llamada a tu alrededor, a tus contactos, en tu red. Hazlo aparecer en tu página web y en tus coreos.

Y APÚNTALO en tu agenda...

¡Gracias!. El mundo te lo agradecerá.


Y ahora os explico: aunque a algunos no les mole, no pienso hacer ningún caso a esta iniciativa. No tendré cosas mejores que hacer que ponerme a desenchufar la nevera... Aparte de una iniciativa tan incómoda (¡es lahora de hacer la cena, por Dios!) y tan poco glamurosa tenga mucho seguimiento. ¿Y quién o quiénes andan detrás de "La Alianza por el Planeta"? Si detrás de esta convocatoria hubiera algún nombre conocido... Qué se yo... Greenpeace, Payasos Sin Fronteras, Amnistía Internacional o FAPAS, por lo menos; pero ¿La Alianza por el Planeta? Este mail es obra de algún desequilibrado con mucho tiempo libre.
Total, que yo me apunto a lo del movimiento lalala, más útil, más práctico, y encima no pierdes el tiempo.

martes, 23 de enero de 2007

El trauma del bigote

Siguiendo con la temática de la entrada anterior, aquí viene otra de recuerdos. Esta vez, retrocedemos más en el tiempo, hasta 1979 ó 1980. Entonces yo iba a parvulitos. Entonces, como ahora, al final del curso los niños teníamos que hacer el canelo en un escenario para disfrute de nuestros padres: hay cosas que nunca cambian. El caso es que aquel año nos tocaba bailar un chotis (¿es o no es humillante? ¡y todavía no hemos llegado a lo que es el trauma !), así que íbamos disfrazados para la ocasión, de chulos y chulapas, o chulas y chulapos, o como se diga. Al llegar al colegio, y este es un recuerdo vívido y claro, me embargó cierta sensación de superioridad sobre mis compañeros: yo era el único que no llevaba un bigote pintado, sino un postizo pegado en la cara. Pobre de mí...
Entonces empezó la actuación en sí misma. Y lo único que recuerdo es estar bailando en el escenario cuando, inopinadamente, ¡zas! el bigote al suelo. Así que me agacho, lo recojo y me lo pego. ¡zas! el bigote al suelo. Así que me agacho, lo recojo y me lo pego. ¡zas! el bigote al suelo. Así que me agacho, lo recojo y me lo pego. ¡zas! el bigote al suelo. Así que me agacho, lo recojo y me lo pego. Bueno, en realidad no puedo recordar cuántas veces ocurrió, pero seguro que más de uno. Y yo seguía con mi chotis... Por fin, me armo de valor, y al caer el bigote decido mandarlo a tomar por culo freir puñetas; justo en ese momento acaba el bailecito. Pienso, yo para mí, ahí te quedas, hijo de una puta y cien frailes bigote del infierno, y me retiro con mis compañeros fuera del escenario...
Y entonces, resuena el clamor popular, el público enardecido corea: ¡¡el bigote!! ¡¡el bigote!! ¡¡el bigote!!
Con lo cual, no me queda más remedio que humillarme una vez más, salir al escenario, coger el bigote, pegármelo, y retirarme de nuevo...
Esta fue la experiencia más humillante de mi vida, hasta ese momento (Inocente de mí, no sabía lo que vendría después...). Desde entonces, odio los organillos, el chotis, los chulapos y las actuaciones de fin de curso.


P.S.: Por aquel entonces, yo era así:

Pablo