viernes, 15 de junio de 2007

Telediarios

Bea y el viejo calvo con gafas están viendo la tele. Él sostiene el mando a distancia con la mano derecha, y apoya ésta sobre la rodilla correspondiente. Ella, acurrucada al otro lado del sofá, lucha por mantenerse despierta. Afuera anochece: nubes de colores que se oscurecen poco a poco.
Comienza el informativo. Bea se incorpora, bosteza, se estira, intenta desperezarse. El viejo la mira, intentando regañarla con la mirada. Mientras el presentador les da un avance de las noticias, él se impacienta: tamborilea sobre el mando a distancia, se rasca la mejilla, se hurga la nariz; se acaricia la calva.
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Bea se ha quedado dormida, a pesar de haberse incorporado en el sofá. El viejo toca su rodilla:
- Bea, no te duermas. - Dice suavemente. Ella lo mira, mira la tele, lo mira a él: se levanta, se estira, va al baño.
Acaba la publicidad, y el presentador habla de política. El Presidente del Gobierno ha estado en algún sitio, y además ha hablado. El líder de la oposición no ha salido de Madrid, pero ha respondido al Presidente. En seguida, lo mismo pero internacional. Los líderes mundiales han hablado y se han respondido unos a otros acerca de la última crisis internacional.
Bea vuelve del baño. Mira al viejo calvo con gafas, que está muy pendiente de la pantalla. No llega a sentarse y va a la cocina a por un vaso de agua.
El viejo empieza a poner mala cara. Ha cambiado el presentador del telediario, y la mujer que habla ahora lo hace del Real Madrid. El viejo se está rascando la pierna: ya debe haberse hecho daño.
Bea se sienta a su lado, pone su mano sobre la de él. Él para de rascarse, la mira medio segundo y vuelve a concentrarse en la pantalla.
Hablan del Madrid, del Barça, hasta del Valencia. Hablan de la Fórmula 1, de las motos, de los rallies, hasta hablan de atletismo y balonmano; cuentan la triste historia de un piragüista que ha muerto ahogado en las Montañas Rocosas.
Acaba el telediario. Un poco de publicidad antes del tiempo.
-Me voy a la cama - Dice Bea, aunque ya está totalmente desvelada.
-Pero... -Balbucea él - No han dicho nada de lo nuestro...
Bea le responde con una mirada cargada de silencio.
-¿Entonces? ¿Tenemos que repetirlo mañana?