Miriam arrugó en sus manos el garabato ilegible que había dibujado. Lo tiró junto a los demás, a la montaña de bolas de papel que ocultaba la papelera. Suspiró, se levantó, dio una vuelta por entre los cúmulos de ropa sucia y restos de comida putrefactos, se acercó a la ventana, y al asomarse lo vio. Asustada, gritó, abrió la ventana, se asomó para llamar su atención, y acabó cayendo al vacío.
- Jo, tío, yo estaba en la azotea, con medio cuerpo fuera, sacando la antena para que Javi pillara conexión. Y de repente veo a la loca esa, que abre la ventana desnuda y se tira gritando.
martes, 20 de mayo de 2008
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