En el andén, Paco esperaba entre la multitud. Ya se había acostrumbrado al vacío que le rodeaba: nadie se acercaba a menos de metro y medio de él, hiciera lo que hiciera. Ya había pasado la época en que se ponía justo en la puerta de salida del colectivo, impidiendo su uso y obligando a la masa a desalojar por las ventanas. Aquello ya no le divertía, y empezaba a echar de menos su casa, su familia, sus amigos y todos esos tópicos que uno echa de menos cuando se va a otro país. Mucho más, claro, cuando te has ido a otro planeta.
Entonces llegó un vehículo pequeño, y la burbuja a su alrededor se hizo más grande, y Paco se acercó dando ridículos saltitos, y entró. Se sentó en el asiento adaptado a su tamaño y se ajustó las correas mientras saludaba, sonriente, al Gran Crilkx.
-¡Cuánto tiempo! Pensé que ya te habías olvidado de mí.
- Imposible. Sabes que nunca olvido nada. - El Gran Crilkx estaba especialmente serio, y su voz sibilante y reptiliana daba un poco más de miedo que habitualmente.
La pequeña nave se elevó sobre el andén del intercambiador de transportes, dejando sitio al siguiente colectivo. A Paco, como siempre, le pareció que los motores de la nave debían haber abrasado a unos cuantos de estos seres, pero se abstuvo de comentar nada al respecto.
-¿Cómo han ido tus experimentos? Has estado mucho tiempo fuera. - Paco le miraba la cara, y a las manos, y otra vez a la cara.
- No lo sé. Tendremos que hacer unos cuantos más antes de poder valorar los resultados. De momento no podemos sacar conclusiones de ningún tipo.
A Paco los experimentos de su amigo le daban bastante igual. Así que cambió de tema rápidamente, temiendo que le empezara a aburrir de nuevo explicándole los entresijos del sistema solar en que se encontraban. Como si a Paco le importaran el tamaño del planeta, el número de satélites que tenía y la distancia a la Tierra.
- Hay que ver... Llevo un montón de tiempo aquí, y hay algo a lo que no logro acostumbrarme.
El Gran Crilkx no respondíó.
- Vuestras manos. Son tan raras... sin palmas, esos cuatro dedos de cinco falanges, ese aspecto húmedo... Lo cierto es que dan un poco de grima.
El Gran Crilkx seguía con la mirada fija en el horizonte, pilotando la nave y abstraído en sus pensamientos.
- Sin embargo a vuestras caras sí que me he acostumbrado. Ya no me dais miedo, jejeje...
El Gran Crilkx emitió algo parecido a un suspiro, y siguió con lo que estaba.
- Creo que se acerca el momento de que me expliques un par de cosas. - Paco empezaba a estar un poco nervioso. No era normal que el amigo estuviera tan callado. Siempre estaba contando cosas, y, sobre todo, haciendo preguntas sobre los seres humanos y la vida en la Tierra. - Cuando me preguntaste por nuestra reproducción... Parecías sorprendido por mi respuesta. ¿Cómo lo hacéis vosotros?
Fingía desinterés, mirando por la ventanilla de la nave, el sol y la luna pequeña eclipsándolo, como todas las tardes; en realidad no había dejado de darle vueltas al asunto desde que había intuido que estos seres tenían más de dos sexos.
- Bueno, Paco... Supongo que te interesa más el aspecto físico que los pormenores de nuestra triple hélice de ADN. Así que te resumiré: tenemos tres sexos. Dos depositan su... información genética en el tercero, en el que los tres se combinan, e incuba la primera fase de la nueva vida. Luego expulsa algo parecido a un huevo, que es recogido, cuidado y alimentado por otro, hasta su nacimiento. No insistas que no me gusta hablar de esas cosas.
- Eh... Caray. Supongo que no tendréis documentales de eso, ¿no?
- Los tenemos, pero tú no vas a verlos. - El Gran Crilkx conectó el piloto automático, ya fuera de la ciudad, y se volvió hacia Paco. - Mira, como podrás ver, no vamos a mi despacho, ni a mi casa, ni al laboratorio. Tengo que hablarte de mis experimentos...
Paco le miró, intrigado, y empezó a sentir, sin saber por qué, cierto picorcillo en la espalda, justo entre los omóplatos. Muy incómodo.
- Vas a formar parte de ellos. Verás, te he mentido: no eres el único terrestre que tenemos aquí. En realidad, tenemos varios cientos. Y vamos a juntaros en pequeños grupos, aislados, y a ver qué pasa. Así que hoy va a ser la última vez que nos veamos. Ahora te dejaré en la granja, donde te van a desinfectar, y te meterán con otros once seres humanos. Queremos investigar cómo os relacionáis.
- Pero... ¿Encerrados? ¿Once? ¿Cuánto tiempo? ¿Por qué? - Ahora estaba sudando, mucho, especialmente por las palmas de las manos.
- Encerrados, para que estéis obligados a interactuar. Es lo que queremos ver. También tenemos curiosidad por vuestra reproducción, vuestas respuestas han sido siempre muy imprecisas. De todas formas, has tenido suerte: vamos a meterte con once hembras en edad reproductiva, machote.
viernes, 7 de diciembre de 2012
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Pinta muy bien, ¿es tuyo?
ResponderEliminarSí, es mío. Gracias.
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