viernes, 8 de enero de 2021

Lo que he leído en 2020

Como casi siempre, me leo las sagas desordenadas. Esta, que son sólo dos libros (de momento), también. Y la verdad es que me gustó más el segundo que el primero. No obstante, y a pesar de algunas faltas de ortografía sangrantes (del tipo "ésta cosa"), es indudablemente entretenido, repleto de personajes a los que odiar y acción trepidante (¿qué significa trepidante?).
Estupendo para amenizar viajes en tren.

Empieza muy bien. Un retrato de tres jóvenes gallegos a principios de los setenta, con sus intereses y sus planes de futuro. También es cierto que desde el principio te dice lo que va a pasar, pero a mi juicio se echa todo a perder en el momento en que empieza a narrar la historia de los asesinos: son personajes mucho menos interesantes. Y ya cuando empieza a dar detalles escabrosos de la tortura, y más aún, cuando te cuenta lo que piensa cada personaje en el momento de morir... Pues no sé. Que no me gusta, no me interesa, para qué quiero saber eso, ja ja. 
Me lo podía haber ahorrado, la verdad.

El año pasado leí La playa de los ahogados, del mismo autor y el mismo protagonista, y me pareció bien. Esta, sin embargo, me ha gustado muchísimo. Es cierto que he prescindido desde el principio de leer la definición de la palabra que titula el capítulo, ese pequeño primer párrafo que me sacaba de la historia cada poco. Solventado este pequeño escollo, la lectura fluye de maravilla. Tiene un par de trampas (¿cómo puede un experto inspector de policía pasar por alto eso?), pero a la mitad de la novela ya va cuesta abajo sin frenos, sin poder dejar de leer. Un gustazo.
Leedla, insensatos.

Pues he cometido el error de leer esta novela después de la crítica que de ella hizo mi admirada @molinos1282. Y como a ella no le gustó nada de nada, comencé a leer cargadito de prejuicios. Así que al principio no me gustaba nada, no empatizaba con ningún personaje (había dos, no daba para mucho), y no la abandoné antes de acabar el primer tercio porque soy así de cabezota. Luego me fue gustando más, pero lo cierto es que en ningún momento me ha vuelto loco. No digo, Dios me libre, que sea una mala novela, pero...
No es para mí.


5- Formas de estar lejos, de Edurne Portela.
Segunda novela de Edurne Portela. El año pasado leí la primera, Mejor la ausencia, y lo cierto es que me gustó mucho más. No es que esta no me haya gustado, pero tiene un ritmo más pausado y una protagonista a la que a veces dan ganas de darle un par de gritos. Y eso me pone nervioso. También durante todo el libro parece que al final va a pasar algo, y... no pasa nada.
A mí no me ha dicho nada, pero ya sabéis que yo soy muy simple.

6- La calle de las mentiras, de Miguel de Lys.
Miguel de Lys es un youtuber que suele hablar de historia, explicando hechos históricos con canciones que hablan de ellos. Como youtuber es entretenido. Como escritor... un poco menos. No es que el libro sea malo, pero sí que tiene un par de cosillas que a mí no me acaban de gustar. Es demasiado largo, y la primera mitad, o un poco más, se hace lenta. Luego se va animando y la última parte se lee con más interés. Y no sé si es que tiene demasiados personajes, o están poco explicados, pero me hacía un lío con los de arriba y nunca tenía claro quién era cada uno. Quizá un lector más atento que yo lo pueda disfrutar más. Y luego el humor... No sé, aún no he encontrado la novela humorística que me haga reír.
No es una mala novela, pero tampoco es buena. O, al menos, no es para mí.

7- La Historia Interminable, de Michael Ende.
Pues por circunstancias que no vienen al caso he releído este clásico de mi más tierna infancia, y además, en voz alta. Probablemente lo leí hace más de treinta años. Me ha gustado mucho, la verdad. Hay dos cosas que me han llamado la atención: los nombres de los personajes, en general muy bien traídos, y algo que no sé si es cosa del original o de la traducción: el exceso de adverbios -mente. Se supone que es señal de mala escritura, y el texto está plagado de ellos. Quitando ese pequeño detalle, me ha encantado la relectura.
Un clásico obligatorio.

8- Infinitas, de Haizea M. Zubieta.
Conozco a Haizea de twitter. O sea, no la conozco, la sigo en twitter e instagram desde hace tiempo y no sé ni cómo llegué a ella. Con este antecedente tengo que reconocer que, de todos los libros de tuiteros que he leído hasta la fecha, este es el mejor. Se trata de una novela juvenil, y aunque no está mal sí que tiene ciertas carencias, como los diálogos, que necesitan un repaso, pero aun así es una lectura entretenida, y a veces incluso engancha. No obstante también ha habido momentos en que he tenido que hacer un esfuerzo por continuar la lectura y no dejar el libro a medias. Hace también un gran esfuerzo por que haya representación de todo tipo de colores y orientaciones entre los personajes. Supongo que habrá gente a la que esto le parezca mal, y otros a los que les parezca bien. A mí sólo me ha llamado la atención, por lo inusual.
Quizá sea demasiado largo para ser lo que es.

9- Acepta el swing, de Corín Tellado.
La verdad es que de este no sé ni qué decir. Es lo que esperas que sea Corín Tellado. Que yo solo quería probar a ver si era otra cosa, pero no.

10- A navajazos, de de Andreu Martín.
Me compré este libro en la Semana Negra de Gijón. Ya había leído algo del autor (recuerdo especialmente Todos los detectives se llaman Flanagan), y se vendía por 3 euros, así que... a la saca. Y me alegro: se lee de un tirón, y en cuanto entras un poco en la historia cuesta mucho dejarlo. Así que muy bien.
Recomendado.

11- Ojos de agua, de Domingo Villar.
La segunda adquisición de la Semana Negra, después de asistir a la charla del autor (qué pena que fuese solo media hora). Es el primero de la serie (de momento, trilogía) del inspector Leo Caldas. Me ha gustado más que el segundo (La playa de los ahogados), y tiene la ventaja de que son apenas 200 páginas y se lee en un ratito. No me acaba de gustar el personaje de Rafael Estévez, y creo que lo intenta suavizar un poco en las siguientes novelas, aunque no demasiado. Al margen de esto, mola.
Echadle un ojo.

Tercera novela que leo de Dicker. No me ha gustado tanto como La verdad sobre el caso Harry Quebert, pero mucho más que El libro de los Baltimore. Coincide con estas dos en los saltos en el tiempo, contando historias paralelas con 15 años de diferencia. Me pone un poco de mal humor cuando decide no contarte las cosas "porque no", me parece una trampa muy burda, y en esta novela lo hace varias veces. No obstante, es muy entretenida, así que depende mucho de lo exigente que seas con el guión para que te guste o no.
Tan entretenida como tramposa.

Sacada casi al azar de la biblioteca, no sé si no es muy buena o es que estoy ya un poco saturado de crímenes, policías, investigaciones y otros etcéteras. El caso es que está bien, pero tampoco me ha vuelto loco, ni me ha dejado ganas de seguir leyendo a esta autora o esta serie (porque por lo visto, esta novela es la primera de muchas sobre los mismos personajes). Eso sí, se agradece que transcurra en la casi rural Kiruna, y no en Estocolmo.
Regulera.

Me ha costado muchísimo. Empezó siendo una lectura veraniega, pero la he terminado en octubre. ¿No os pasa que, a veces, empezáis a leer algo y decís "¡qué francés es esto!"? Pues es lo que pasa con esta novela: es muy, muy francesa. Y muy femenina también. Así que hasta el último cuarto, más o menos, carece de interés para mí, me ha costado cierto esfuerzo acabar con ella. 
Francesa y femenina: no podía gustarme.
 

Un regalo de cumpleaños al que, la verdad, me costó un poco entrar. Hasta casi el primer tercio he tenido que hacer un pequeño esfuerzo para ponerme a leer. Hay un tramo en el que ves venir de lejos algo muy gore que va a pasar, y me echaba un poco para atrás (al final no vino, afortunadamente). Los últimos capítulos ya cogen velocidad y cuesta apartar la mirada. En general me ha gustado bastante, aunque el personaje del asesino, con su bagaje y sus motivaciones, queda raro. Hay algo que falla en él, que no acaba de encajar en el resto de la novela.
Sí, hombre, sí. Hay que leerla.


Hacía un tiempo ya que tenía yo curiosidad por leer una novela de James Bond. Y quiso el destino, o la casualidad, que en el mercadillo cerca de mi trabajo reparase yo en un puesto que vendía libros viejos a un euro la unidad. Y al dirigir la mirada al montón de libros, ahí estaba el primero, así que tuve que rascarme el bolsillo y abonar el eurazo.Y esto que acabo de contar es lo mejor del libro.
A ver, no. No es tan terrible. Pero sí es, en definitiva, una novela de James Bond. Y se parece mucho a las películas de James Bond, y además está escrita en los años 50, lo cual le da un enfoque particular tanto a la tecnología punta como a las relaciones humanas (estamos hablando de Bond, James Bond. Me entendéis).

4 comentarios:

¡¡Dime algo!!