jueves, 13 de junio de 2013

Promesas y juramentos

En los juicios que vemos en las series de la tele, y en las películas, cuando va a declarar un testigo se le hace jurar que dirá la verdad, toda la verdad, y nada más que la verdad. 
En el mundo real, no. Al menos no en España; nunca he estado en un juicio en Estados Unidos. Aquí su señoría pregunta al testigo si jura o promete decir verdad, y ya. Por tanto, no existe en España el delito de perjurio, sino el de falso testimonio.
El caso es que, como en los juicios me aburro mucho, esta pregunta (¿jura o promete decir verdad?) me llevó el otro día a una reflexión, que acto seguido comparto con vosotros:

A veces, cuando hay cambios de gobierno, o nombramientos de ministros o demás gente relevante (no como nosotros), los (algunos) medios centran la atención en si el nombrado va a prometer o jurar el cargo. Y resulta curioso, porque lo que se espera, normalmente, es que se retraten los nombrados, tirando a conservadores si juran y a progresistas si prometen.

Y yo no lo entiendo.

Es más, creo que debería ser al revés.

Según la Real Academia Española, prometer es, en su primera acepción, "obligarse a hacer, decir o dar algo". Y sin embargo, jurar es "afirmar o negar algo, poniendo por testigo a Dios, o en sí mismo o en sus criaturas".

Total, que quien jura lo que hace es poner por testigo a Dios, lo cual, si no recuerdo mal, es pecado, ¿no? Aquello de tomar el nombre de Dios en vano, o algo así era.

Así que lo lógico y racional sería que los conservadores (mayormente católicos aquí) prometieran, pues jurar es pecado; y que los progresistas (más dados a llevarse mal con la jerarquía eclesiástica) juraran, por el hecho de tocarle las narices a la Conferencia Episcopal más que por otra cosa.

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